Después de las llamas llegaron las inundaciones. Parece una maldición bíblica pero no lo fue. El clima está cambiando y hace tiempo que se advierte que los fenómenos naturales serán cada vez más frecuentes e intensos. Sin embargo no hay prevención y nos estamos acostumbrando a apagar las llamas y a evacuar inundados.
Suplemento ECO (Abril 2017)._ Aunque para muchos es novedad, los fenómenos naturales se incrementan tal como pronosticaron informes nacionales e internacionales. Entre 1970 y 2012 los sucesos relacionados con las lluvias ocasionaron en el mundo más de 2 millones de muertos y pérdidas económicas por 2,4 billones de dólares.
Si el año 2016 “hizo historia” por la temperatura máxima mundial sin precedentes, el 2017 se anuncia dramático porque “las condiciones meteorológicas y climáticas extremas no han cesado en este año”, dijo la Organización Meteorológica Mundial (OMM) el 23 de marzo último, en el marco de la celebración del Día Meteorológico Mundial.
Todos los días ocurre algún desastre natural en el mundo. Solo en el 2012 se contabilizaron 310 desastres en el planeta. Treinta de ellos fueron en Latinoamérica y ocasionó más de 500 muertes y 4 millones sufrieron las consecuencias.
El organismo de las Naciones Unidas reclama políticas de prevención para reducir el impacto, porque los riesgos hidrometeorológicos son responsables del 90 % de las pérdidas totales causadas por los desastres naturales en todo el mundo.
Según el organismo los fenómenos meteorológicos extremos continuarán en 2017, “después de un 2016 en el cual la temperatura media del planeta alcanzó un nuevo récord, se redujo considerablemente el hielo polar, continuó aumentando el nivel del mar y los océanos siguieron calentándose”.
Mejor prevenir
“Entre 1961 y 2010 se observaron aumentos significativos en la precipitación anual del orden del 20% en las principales ciudades de la zona húmeda del país”, publicábamos en ECO de octubre de 2015. El informe “Inundaciones urbanas y cambio climático. Recomendaciones para la gestión”, fue elaborado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo de Naciòn en 2015.
El trabajo muestra gráficos que ubican a La Pampa, Buenos Aires, San Luis, Córdoba, Mendoza y sur de Santa Fe, en la “zona centro”, donde las precipitaciones anuales aumentaron hasta en 50 milímetros más por año, básicamente durante el otoño. “El clima está cambiando y las poblaciones deben empezar a hacer modificaciones en su cotidianeidad a fin de poder adaptarse a estas nuevas condiciones”, dice el trabajo.
“Una de las preguntas planteadas en materia de calentamiento global es cuánto cambió y cuánto cambiará la temperatura en cada una de las regiones del planeta”, dijo Carolina Vera. Doctora en ciencias de la atmósfera e investigadora principal en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera, UBA-Conicet, Vera cita el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) donde se muestra que Argentina, entre 1960 y 2010, tuvo distintas regiones con un aumento de la temperatura media anual de entre 0,5°C y 1°C.
El IPCC, una prestigiosa organización que nuclea a 2.000 científicos del mundo, realiza una estimación de las tendencias futuras y se pregunta qué sucedería en un futuro cercano (entre 2015 y 2039) y en un futuro más lejano (entre 2075 y 2099) tanto con emisiones moderadas de gases de efecto invernadero (las que resultarían en un cambio de la temperatura media global de aproximadamente 2°C a fines del siglo XXI), como con emisiones mayores (las que resultarían en un cambio de la temperatura media global de aproximadamente 4°C a fines del siglo XXI), cita Vera.
"El 50% de los afectados por desastres naturales son menores de edad", dice el informe "¿Un futuro de catástrofes? El impacto del cambio climático en la infancia", de Save the Children.
Las predicciones no son alentadoras y entre las variables que menciona el IPCC están las lluvias. Según el organismo, en el período 1960-2010 las precipitaciones medias anuales aumentaron en todo el este del país, especialmente fueron importantes en algunas zonas semiáridas. Asimismo, entre 1960 y 2010 en gran parte del país hubo precipitaciones extremas más frecuentes, es decir, aquellas lluvias que raramente ocurrían y que superan el umbral a partir del cual, en cada sitio, tienen importantes consecuencias.
Pérdidas
Según los organismos internacionales se debe invertir en mejores previsiones de los riesgos meteorológicos e hidrológicos. “Con pronósticos precisos del estado del tiempo y de las temperaturas, las comunidades se pueden preparar para enfrentar las inundaciones y, por tanto, reducir los daños y las lesiones de personas y animales”, dijo el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR). El organismo destaca que cada dólar invertido en servicios meteorológicos redunda en un rendimiento por un valor mínimo de tres dólares en servicios meteorológicos y relacionados con el clima.
“Aun sin la presencia de un episodio de El Niño en 2017, se observan otros cambios notables en todo el planeta que ponen a prueba los límites de nuestra comprensión del sistema climático. Realmente nos encontramos en terreno desconocido”, afirmó David Carlson, Director del Programa Mundial de Investigaciones Climáticas.
Informe: Pablo D’Atri
Ilust.: Bibi González