Desde el cielo

Mónica Castro y Maite Betelu miran la Tierra desde el cielo. Hace años que trabajan leyendo las imágenes que les envían los satélites que rotan alrededor de la Tierra. A cientos de kilómetros de la superficie del planeta, esos aparatos tan grandes como una heladera, captan con sus sensores imágenes que ayudan a conocer el estado de los bosques, de los desiertos, de los suelos inundados y hasta del tipo de cultivo que se hace en los campos.

 

Los satélites, que no miden más que un lavarropa o una heladera, pasan por el mismo “lugar” cada 16 días y registran con sus sensores el mismo bosque, mar, laguna, campo o desierto. Sin embargo, todo cambia y la imagen de ayer no es la misma que la de hoy. “Lo apasionante es que aunque estés trabajando sobre el mismo tema y sobre el mismo lugar, cada imagen del satélite es distinta… todo cambia”, cuenta Mónica Castro, especialista en imágenes satelitales y docente a cargo de la cátedra de Sensores Remotos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UNLPam).

Mónica, junto a Maite Betelu, hace años que estudian esas imágenes que bajan desde el cielo. Hace años que aportan los conocimientos para saber del bosque de caldén en La Pampa, para conocer cuánto se inundó en el norte pampeano o cuánto se quemó en el oeste, y para determinar si lo que se siembra en los campos es lo que se declara.

Imágenes

Una imagen satelital contiene los datos que capturan los sensores montados en el aparato y “representa” o “refleja” elementos de la superficie de la Tierra. “Es una matriz digital que no es igual a una foto como la conocemos”, explica Maite, que es licenciada en Aprovechamiento de Recursos Naturales Renovables. Por eso a la imagen “hay que interpretarla para saber cuál es el objeto que se está analizando”, aclara.

“No se puede ver todo”, agrega Mónica. “Trabajamos principalmente con el espectro visible y el infrarrojo”.

No todas los registros son similares y de la misma calidad. “Hay sensores que registran datos de una superficie del tamaño de una “baldosa” de 40 centímetros de lado y otros de hasta 2 kilómetros de lado”, explica Mónica. Por eso, de acuerdo al trabajo que se quiera hacer, se elige el tipo de sensor. “Para conocer las construcciones urbanas o el estado de las calles se utilizan sensores que capturan una imagen de 40x40, por ejemplo. Las meteorológicas, por otra parte, requieren rangos que se expresan en kilómetros”.

Aun cuando esta tecnología resulte bastante precisa, “la imagen no te da toda la información ni toda la solución”, dice Maite. Docente, recomienda a sus alumnos de la universidad “bajar a campo” para corroborar lo que dice la imagen satelital.

Mónica da como ejemplo uno de sus actuales trabajos: la actualización de la masa forestal en el marco de la Ley de Bosques en La Pampa. “Analizamos las imágenes pero también “bajamos a campo” en puntos de interés para corroborar y precisar más la información.”

Experiencias

Maite, quien actualmente trabaja en la Subsecretaría de Ecología de La Pampa, recuerda las “manchas oscuras” cuando en el 2001 investigó las inundaciones en el norte de provincia. “El agua se ve como una mancha oscura y era impresionante observar el contraste con las miles y miles de hectáreas quemadas en el oeste pampeano”.

En aquella oportunidad analizaba qué productores estaban sufriendo ese flagelo para incorporarlos a la Emergencia Agropecuaria. “Me acuerdo que me impactó ver una laguna de 8.000 hectáreas en Quemú Quemú y unos siete años después, cuando vino la sequía, esa laguna no figuraba más. O la localidad de Metileo que estaba rodeada de agua y, tiempo después, mirabas otras imágenes y no existía laguna alguna... parecía que no había pasado nada”.

Según Mónica, las mayores transformaciones que generan desastres como las inundaciones, tienen al hombre como protagonistas. Recuerda sus primeros trabajos en el Partido de 25 de Mayo, en la provincia de Buenos Aires, y cómo fue necesario ir al terreno para determinar las causas del fenómeno. “Cuando analizábamos las imágenes veíamos una sola mancha oscura y cuando fuimos al terreno nos encontramos con que los productores y la municipalidad habían modificado las dunas y alterado las condiciones naturales del lugar. Eso ocasionó las inundaciones. No sólo corroboramos la imagen satelital, sino que nos encontramos con causas que no mostraba el satélite”.

Más actual, Maite explica cómo se va modificando la zona de 25 de Mayo, al sur de La Pampa, por la explotación petrolera: “Uno ve el punteadito de los pozos y los caminos… y cuando comparamos una imagen de 1986, por ejemplo, con una imagen de ahora… ha cambiado mucho el lugar”.

Maite Betelu coordinando un curso taller de teledetección en el ecoworking

 

Tecnología para la Naturaleza

Mónica y Maite señalan que, hoy en día, la tecnología satelital es fundamental. Cuentan cómo, comparando, se puede ver si se modifica la frontera agropecuaria y avanza sobre el bosque, cómo crece y se reduce el lago de la represa Casa de Piedra.

Es posible acceder a imágenes satelitales de La Pampa registradas desde el año 1971 hasta la actualidad. “Podemos comparar y certificar un incendio o un derrame, un seguimiento de una inundación… Sabemos que cada 16 días podemos obtener imágenes del mismo lugar. Desde 1971 se registran imágenes y por eso podemos acceder a millones de imágenes que se encuentran almacenadas”, agrega Mónica.

“Los registros satelitales nos permiten ver los cambios tal como son, dimensionar las transformaciones sabiendo que las imágenes no mienten”, dice contundente Maite.

Informe: Pablo D’Atri
Ilust.: Bibi González

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