Vacas, ovejas, chivas, cabras… millones de cabezas de ganado pastan en suelo argentino. La actividad ganadera es clave para la economía de la región, aunque tiene su impacto ambiental y social. Por eso hay quienes promueven una “ganadería sustentable”, complementaria e integrada. Camélidos como las llamas son amigables con el ambiente y recuperan prácticas culturales históricas, dicen sus promotores.
Más de mil millones de personas a nivel mundial dependen del sector ganadero, dice la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Y, según el organismo mundial, la ganadería tiene una importancia clave para América Latina. De hecho, con un 13,5% de la población mundial, produce casi una cuarta parte de la carne bovina, de búfalo y de ave. “En las últimas décadas, la ganadería ha tenido un enorme crecimiento, especialmente en el Cono Sur, debido a la expansión de la demanda mundial”, dice el organismo.
Sin embargo, las expectativas se tensionan con consecuencias sociales, económicas y ambientales. Según la FAO, cerca del 70 % de las áreas de pastoreo de América Latina y el Caribe se encuentran en proceso de degradación en diversos niveles. Las regiones más susceptibles corresponden a las zonas áridas y semi-áridas de Argentina y Chile, a los ecosistemas de la Amazonía en Brasil, y al chaco americano argentino, paraguayo y boliviano. “La producción en el largo plazo podría ser insostenible si no se toman las medidas necesarias”, advierte el organismo.
Ganadería sustentable
Con la urgencia de ir modificando esta situación, desde hace un tiempo organismos internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, profesionales y especialistas, promueven distintas prácticas productivas conocidas como “ganadería sustentable”. Se proponen recuperar prácticas históricas, especies nativas y esquemas de producción compatibles con el ambiente.
Para ser sustentable la ganadería debe incorporar los conceptos de manejo amigable con el ambiente y la conservación, dicen los expertos. Sin embargo, la cuestión resulta compleja.
“Muuu” dice la llama
Las 2/3 partes de la superficie del país tienen zonas áridas, semiáridas, y subhúmedas secas. Allí la erosión y el deterioro de las tierras son un fenómeno recurrente. De hecho, de los 270 millones de hectáreas que componen el territorio nacional, 60 millones están afectadas por distintos procesos y grados de desertificación, dice la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (SAyDS).
Para repensar esta situación, un grupo de instituciones y profesionales vienen trabajando en el desarrollo de una “Ganadería Camélida”, complementaria de la actual.
“¿Un “ganadero” criando llamas? No me lo imagino”, dice un productor rural dedicado a la cría tradicional de ganado. Sin embargo, ya existen experiencias exitosas y son muchas más si se mira la historia en las tierras del sur de América.
Desde hace seis mil años los camélidos sudamericanos son habitantes comunes de estas tierras. Los pueblos originarios los tenían como animales de carga, consumían su carne, utilizaban su fibra…
Los camélidos sudamericanos se distinguen en dos tipos de especies: entre las domésticas, la llama (Lama glama) y la alpaca (Lama pacos); y entre las silvestres, la vicuña (Vicugna vicugna) y el guanaco (Lama guanicoe).
“Los camélidos domésticos constituyen nuestra ganadería autóctona”, dicen los impulsores del Plan Productivo Ganadero Sustentable para Camélidos Domésticos. El proyecto es tan ambicioso como largo su nombre. Según los integrantes de la Fundación Biodiversidad Argentina y de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Católica de Cuyo (UCCuyo, San Luis), la cría de camélidos en predios naturales o incorporados a sistemas de producción ganaderos tradicionales (bovinos o caprinos, por ejemplo) es fundamental. “Constituyen nuestra ganadería autóctona, amigable con el medio ambiente, proveedora de fibra, cuero y carne a bajo costo”, explican.
Antecedentes locales
Camélidos “extrapuneños” es también la propuesta del programa de la ganadería camélida. Bajando desde la Puna, en la última década se han sumado otras provincias como La Pampa, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Entre Ríos, Neuquén, San Luis y San Juan. Miles y miles de llamas y alpacas conforman rodeos importantes en nuevos suelos de Argentina.
En la provincia de La Pampa la experiencia tiene su historia. Desde el año 1992, el gobierno provincial desarrolla el proyecto: “Cría de camélidos sudamericanos domésticos en La Pampa”.
También, en una Unidad Demostrativa ubicada sobre la Ruta Nacional 143, en la localidad de Santa Isabel, se comenzó a desplegar la experiencia. Es así a través del proyecto “Introducción y Difusión de Camélidos Sudamericanos Domésticos en La Pampa”, se reintroducen 105 llamas con el objetivo de diversificar la producción pecuaria para productores de zonas marginales.
En el año 2005 se incorporaron casi medio centenar de llamas con el objetivo de cría para el mejoramiento de fibra y carne. La intención era y es enriquecer la oferta productiva ganadera, sobre todo de la región del oeste pampeano. Tiempo después se estableció al frigorífico de Santa Isabel (habilitado para Tránsito Federal) como centro de faena.
Esta ganadería se puede practicar en cualquier ambiente, tanto en las provincias del llano como de las sierras de la Argentina. “Los camélidos domésticos constituyen nuestra ganadería autóctona, amigable con el medio ambiente, proveedores de carne, fibra y cuero a bajo costo”, dicen los integrantes del Programa.
Informe: Pablo D´Atri
Publicado en Suplemento ECO (05/2015)