Guerras y contaminación

Como en Siria, en este instante hay en el mundo unas 22 guerras. Todas suceden en países en vías de desarrollo. La guerra es un gran negocio: En los últimos 4 años creció el comercio mundial de armas un 16%. Francia, el país que sufrió los atentados televisados, es el quinto exportador mundial.

La industria armamentista es un negocio que moviliza 1,5 billones de dólares por año y cerca del 75% de ese comercio se concentra en armas de dimensiones para las guerras. La gran mayoría de las transacciones son sobre “bienes” como tanques, aviones, buques y misiles.


“La guerra es, por definición, enemiga del desarrollo sustentable. En consecuencia, los Estados deberán respetar las disposiciones de derecho internacional que protegen el medio ambiente en épocas de conflicto armado, y cooperar en su ulterior desarrollo, según sea necesario”, dice el “Principio 24” de la Carta de la Tierra aprobada por 114 Estados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (ECO’92), realizado en Brasil, en junio de 1992.


Las guerras son un muy buen negocio y así lo demuestran las estadísticas: en los últimos cuatro años el comercio mundial creció un 16 %.

Y Francia, el país que sufrió los atentados y cuyo dolor fue visto por ciento de millones de personas, que fue retratado en las tapas de los diarios, en horas y horas de trasmisión en vivo por todos los canales, que se replicó en las redes sociales, ese país es el quinto exportador de armas en el mundo.

Sólo cinco países concentran el 74% del negocio de las armas. Según un informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), Estados Unidos sigue siendo el primer exportador mundial acaparando un 31 % de las ventas. Le siguen Rusia, con un 27%, mientras que China, Alemania y Francia, detentan algo más de un 5% del negocio cada uno.

El día después

El día después a la guerra es otra guerra. “La contaminación provocada por metales pesados y sustancias cancerígenas que forman parte de los ingredientes de las municiones llevan casi 4 años expandiéndose por todo el territorio sirio”, dice Paulina Lordméndez, en “VeoVerde”.


 

Más de 13 millones de niños no están escolarizados en Medio Oriente debido a las guerras. Según Uniceff, en Siria unos 52.000 profesores abandonaron sus puestos.

“Las municiones no detonadas y el armamento abandonado en las ciudades y en los campos matan y hieren a la población, provocan daños psicológicos, degradan el suelo, contaminan el agua, destruyen a las especies vivas. Las consecuencias socioeconómicas y ambientales son desastrosas. No es posible alcanzar un desarrollo sustentable sin enfrentar el problema de la contaminación por armas”, dice categórico el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Sólo en Libia, el CICR recolectó y desactivó más de 6.000 dispositivos bélicos entre 2011 y 2012. En el sur de Irak, en la provincia de Missan, el CICR destruyó cerca de 1.600 explosivos. “La contaminación por armas tiene graves consecuencias humanitarias”, advierte la organización internacional que menciona problemas ambientales como la degradación del suelo, la contaminación del agua, la destrucción de cientos de especies, la disminución de la biodiversidad y el desequilibrio en la cadena alimenticia.

En Siria, ese lugar donde los corresponsales de la CNN y de cientos de medios transmiten en directo las veinticuatros horas del día, sólo en ese país murieron miles, ciento de miles, desde el comienzo de la “Primavera Árabe”, hace unos 4 años. “Hemos contabilizado 215.518 muertos en cuatro años de guerra, de los cuales 66.109 son civiles”, afirmó Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). El informe señala que, de las víctimas civiles, 10.808 eran niños.

Siria es uno de los 22 países que están en guerra en estos momentos. En esas guerras hay unos 300.000 “niños-soldado”, según denuncia Unicef.

Paradoja

La paz es una paradoja, según explican los expertos. Dicen que los emisarios de la paz son los comerciantes de la guerra. Y fundamentos no les faltan. En las Naciones Unidas existe un “Consejo de Seguridad” que tiene como función “mantener la paz y la seguridad internacionales de conformidad con los propósitos y principios de las Naciones Unidas”, tal como se especifica en las “Funciones y Poderes” de la “Carta” de las Naciones Unidas. Además ordena, “determinar si existe una amenaza a la paz o un acto de agresión y recomendar qué medidas se deben adoptar”, y “emprender acción militar contra un agresor”.

El Consejo está integrado por cinco estados miembros permanentes (con plenos poderes): Estados Unidos, Rusia, China, Francia e Inglaterra. Son los mismos países que concentran el 90% del negocio de las armas. “La paradoja es que la seguridad es una cuestión militar”, dicen los expertos, quienes explican que esta lógica imperante propone armarse para defender la paz. “La seguridad ha sido entendida como un asunto puramente militar relacionado con la defensa y con la guerra”, dice Javier Jiménez Olmos en su artículo “Seguridad humana versus seguridad militar”.

Texto: Pablo D’Atri
Ilus.: Bibi González

Informe publicado en el suplemento ECO, en noviembre de 2015.

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