Vivir en libertad

Tal vez no es tan conocido como el venado de las pampas, la ballena franca o el oso panda. Sin embargo, el cardenal amarillo es un ave popular que, al igual que muchas otras especies, está en peligro. Por eso organizaciones ambientalistas del país y el mundo reclaman por su suerte. En La Pampa, un proyecto se propone que la gente no los adquiera como mascotas. Sin compradores no hay cazadores.

 

Característico del espinal y el monte, el cardenal amarillo (Gubernatrix cristata) habitaba al sur de Brasil, parte de Paraguay, Uruguay y Argentina. Hoy, en algunos países no se los ve más, y la zona del bosque de caldén y el espinal sería uno de los últimos reductos donde se refugiaría.

Pero la mala lo persigue. Hasta La Pampa lo buscan los cazadores y hay quienes denuncian que su situación aquí ya es preocupante.

Nativa de América del Sur y con un silbido de “cuatro o cinco notas de gran poder y dulzura” (como decía Hudson), hace algunos años comenzó a alarmar al mundo científico. De hecho, apenas figuraba en los libros rojos de ecología y no había organización ambientalista que reclamara por su suerte.

Hoy para la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) y la Dirección de Flora y Fauna Silvestre de la Nación, su estado es vulnerable. Es motivo de interés para Birdlife International (la prestigiosa organización que se preocupa por la conservación de las aves en el mundo), y organizaciones ambientalistas de nuestro país como Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) y Aves Argentinas, reclaman por la suerte de este diminuto habitante del bosque y el monte.

Campaña

Con este panorama y ante la necesidad de hacer algo al respecto, la Dirección de Recursos Naturales y la Subsecretaría de Ecología del Gobierno de La Pampa, conjuntamente con el Centro de Estudios Ambientales EcoSur, desarrollaron un proyecto que tiene como objetivo proteger la especie.

El primer objetivo es concientizar a la sociedad sobre las consecuencias que tienen las conductas del hombre el destino de muchos animales y plantas. “Una de las causas de la amenaza es la captura para mascotismo”, dice Fabián Tittarelli, de la Subsecretaría de Ecología y coordinador del proyecto. “Y aquí son responsables sobre todo los cazadores que capturan estas aves y los comerciantes que las venden. También, aunque en menor medida, las personas que las compran, ya que son en definitiva quienes crean el mercado o la demanda”.

El canto compuesto por cuatro o cinco sílabas y sus colores, una bendición de la naturaleza, se convierten en su propia maldición. Se los captura y comercializa sin contemplación y de la libertad en el bosque pasan a vivir enjaulados, colgados en patios y jardines. Son miles que están así y la presión sigue en aumento.  “Hace año que lo tengo y no creo que por que tenga uno aquí vayan a desaparecer”, se justifica Mario, un vecino del Barrio Jardín, de la ciudad Santa Rosa (LP). “Además, lo cuido bien, come y canta… se lo ve feliz”.

Características

De color amarillo verdoso, con un copete y una franja negra característica a la altura de los ojos que parece un antifaz, es un ave que, lamentablemente, tiene mucha demanda entre los pajareros.

Por eso los especialistas señalan al mascotismo y la pérdida de su hábitat natural (por desmonte y avance de la frontera agropecuaria), como las principales causas de la gran disminución de individuos. “En Brasil, Paraguay y Uruguay la población se ha reducido drásticamente y en provincias de nuestro país como Córdoba, San Luís y Santa Fe es raro encontrarlas”, señala Tittarelli.

Con diferencias entre la hembra y el macho, (la primera, al igual que los ejemplares jóvenes, tienen el pecho gris, mientras que el segundo tiene el pecho amarillo), la especie se encuentra en franco retroceso. Por eso organizaciones como Vida Silvestre reclaman que se adopten políticas de conservación, medidas efectivas contra el comercio ilegal y campañas educativas y de comunicación para concientizar a la sociedad que deje de comprarlas.

“La gente se sensibiliza cuando se entera que el panda o las focas en el Ártico están en peligro. Se indigna y muchos hasta se asocian a organizaciones ambientalistas para ayudar”, explica Urioste. “Bueno, tenemos que lograr que actúen y se sensibilicen de la misma manera con especies que también están en peligro y son de acá, y en muchos casos están enjaulados en su propio patio o en el del vecino”.

Comercio ilegal

“A pesar de que las normas vigentes prohíben su captura, este paseriforme endémico de América del Sur es una especie muy demandada como ave de jaula desde hace siglos”, escribe Marcelo Pessino en un trabajo realizado sobre el estado de situación de la especie en La Pampa y sudoeste de la provincia de Buenos Aires.

Pessino realizó numerosas consultas a comerciantes, aficionados (aquello que tienen aves enjauladas en sus hogares), a integrantes de reparticiones públicas nacionales y provinciales, a criadores, investigadores, conservacionistas y ornitófilos (los observadores de aves).

Encontró que nueve de cada diez de los comerciantes y aficionados consultados consideraban que el cardenal amarillo tiene una gran demanda en la comunidad. “Este grupo es muy reacio a participar en consultas”, dice Pessino. “Sin embargo, cuando se les garantiza el anonimato, responden a algunas de las preguntas y hasta nos cuentan cosas sorprendentes”.

Aún cuando su captura y venta está prohibida por leyes provinciales y nacionales, la comercialización continúa. En 1995, Vida Silvestre denunciaba que se enjaulaban entre 500 y 1.000 ejemplares. Según el trabajo de Pessino, casi un 40% de los encuestados consideró que el comercio se incrementó en los últimos diez años.

La situación no habría cambiado demasiado y lo peor es que La Pampa se ha convertido en un lugar de captura. “En la región del bosque de caldén y áreas de transición con el monte, es donde el cardenal amarillo se reproduce”, explica Tittarelli. El canto de un llamador (un macho) es la trampa que utilizan los cazadores. “En jaulas trampas (tramperas), se coloca un llamador. Por ser una especie muy territorial, el macho en libertad responde a defender su territorio del “invasor” que se encuentra en la trampa.”

Tittarelli dice agrega que también se les coloca comida en la trampa, de manera que atraídos por el canto del llamador, caen en la trampa. “Otra práctica dañina es cuando colocan alrededor de las tramperas un pegamento conocido como pega-pega, también vendido ilegalmente en pajarerías. Esta es una práctica habitual y muy cruel, ya que los bichos luchan por liberarse y terminan casi siempre muy lastimados...

El investigador y licenciado en biología señala que el comercio es preocupantemente normal en el país. “Queremos que la gente que tiene enjaulado el cardenal amarillo tenga la misma pasión por el ave en libertad. Si logramos esto, no habrá más compradores y los cazadores se quedarán sin clientes”.

Informe: Pablo DAtri
Ilust.: Bibi González

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